viernes, 29 de junio de 2007

¿Por qué se van las empresas?

Las barreras al comercio, la debilidad institucional, la falta de credibilidad e integridad en el sistema legal y la protección de los derechos de propiedad, así como el elevado nivel de corrupción que presenta la República Dominicana han contribuido de manera directa a la salida de muchas empresas del mercado dominicano.

Estos aspectos sitúan, a este país, en comparaciones internacionales y en encuestas de inversionistas por debajo del promedio de los demás países de la región, en temas como la estabilidad política, la eficiencia gubernamental, la seguridad jurídica, y la aplicación de la ley.

En efecto, en el índice de libertad económica que mide hasta qué grado las políticas e instituciones de los países son promotoras de la libertad económica, tomando como ejes de la misma la libertad del individuo para escoger, el intercambio voluntario, la libertad de competir y la seguridad de la propiedad privada, demuestra que la República Dominicana tiene una libertad económica limitada con un puntaje de 5.4/10 encontrándose en la posición 111 de 130 países.

En razón de todos estos problemas muchas empresas han decidido dejar de realizar sus actividades comerciales en un país en donde el presidencialismo impera, en donde en muchos casos las reglas del juego no son claras, y se toman decisiones respecto a sus inversiones en base a razones de índole política o en beneficio de los intereses de otros grupos económicos, dada la elevada debilidad institucional y nivel de corrupción administrativa.

En vista de estas consideraciones, la República Dominicana, deberá realizar sus mayores esfuerzos en el fortalecimiento institucional del país, para generar la confianza de los actuales y futuros inversionistas del país y con ello evitar el que sigamos perdiendo inversión extranjera directa.

¿Es un precio abusivo o no lo puede pagar?

Cuando se trata de adquirir determinados bienes o productos o se reciben las facturas de los servicios (básicos o no) que se han contratado, surge la pregunta: ¿es un precio excesivo o simplemente no puedo continuar costeándolo?

¿Qué es un precio abusivo y como se determina? Si ha existido un incremento en el precio, en el supuesto de que sea abusivo y desproporcionado ¿ante quien se reclama?

Un “precio abusivo o excesivo” es aquel, establecido por una empresa con posición de dominio, que difiere en “exceso”, es decir, que es superior al precio que regiría en un entorno competitivo. Es lo que en economía se conoce como “precio monopólico” o al ejercicio directo de “poder de mercado” con el que cuenta una empresa que puede comportarse (fijando el precio o la cantidad de los productos o servicios) con independencia de la reacción de sus competidores o consumidores.

Dicho “exceso” sería ponderable en función de los costos de producción del bien o servicio analizado, de los precios cobrados por el mismo bien o servicio por otros competidores o en otros mercados geográficos comparables.

Los precios excesivos por parte de una firma dominante son ilegales bajo algunas leyes pero no otras. ¿Cuál es la problemática asociada a la sanción de los llamados “precios abusivos”?
Es difícil determinar que nivel del precio analizado resulta abusivo o cuáles son los costos del bien o servicio (“valor económico”) y sobre todo cuál es el margen de ganancia “permitido”. Por ejemplo, ¿pueden costos “excesivos” resultar en precios “excesivos” sin una búsqueda de beneficios “excesivos”?

Todas estas dificultades hacen que en países como los Estados Unidos la doctrina económica de carácter más liberal proponga establecer la legalidad de precios excesivos, es decir, que las empresas que establecen precios excesivos no sean sancionadas, salvo que se den circunstancias especiales tales como que: (i) La empresa dominante goce de una posición de (quasi) monopolio en el mercado que no deriva de méritos pasados y que está protegida por barreras legales (ex-monopolios estatales en sectores recientemente liberalizados); (ii) Que los precios fijados excedan muy ampliamente a los costes medios totales del operador dominante; y (iii) Que dichos precios impidan el desarrollo de mercados adyacentes.

Ello se justifica en que, siempre que no se den las salvedades anteriores, los altos precios establecidos podrían atraer la entrada al mercado de nuevos competidores o podría provocar una respuesta más efectiva de los actuales competidores más pequeños que enfrenta la empresa dominante. Esta entrada de nuevos agentes tendría la intención de captar los beneficios monopólicos (a través de las preferencias de los consumidores que son los directamente afectados por el incremento de precios).

Sin embargo, si los precios excesivos fuesen sancionados en la República Dominicana, usted no tendría ante quien reclamar, ya que Pro Consumidor no es un organismo encargado de acciones de este tipo. Además, suponiendo que existiese una agencia de competencia ésta no controlaría los “precios excesivos,” pues ello tendría como efecto distorsionar la propia dinámica de los mercados mediante la cual nuevos agentes se ven atraídos a ingresar al mercado con el objeto de obtener mayores beneficios.

El impedir que una empresa con posición dominante fije su precio libremente y, por el contrario, lo mantenga por debajo de ciertos límites dictados por la agencia de competencia, reforzaría la posición de dominio de la empresa al imposibilitar que la oferta aumente y los precios disminuyan por la entrada de nuevos competidores.
Por lo anterior, si no existiendo barreras legales para la entrada de nuevas empresas en determinado sector, usted entiende que el precio cobrado por el producto o servicio es excesivo, puede que el precio sea competitivo, que no quiere decir bajo, y que posiblemente usted no puede costear ese bien o servicio.

Pero si por el contrario existiesen barreras legales que impiden la entrada de nuevas empresas para ofrecer esos servicios o productos, usted tendrá que cancelar el servicio o no adquirir el bien, callar y aguantar, pues en la República Dominicana no existe un organismo capaz de defenderle ante el abuso de una empresa en posición de dominio que establece precios excesivos.

No obstante el DR-CAFTA, los precios no bajarán

Recientemente he leído muchos artículos en la prensa en donde las personas se cuestionan por la no reducción de los precios de los productos después de la entrada del DR-CAFTA y, lo que es peor, se decepcionan por la respuesta de representantes del gobierno que afirman que se deberá esperar unos meses para que bajen los precios.

La verdad es que como consecuencia del DR-CAFTA los precios no bajarán y ello por una sencilla razón: las políticas de liberalización comercial, es decir, los Tratados de Libre Comercio, no han servido para incrementar la competencia en los mercados y como consecuencia no han generado una disminución de los precios, y no puede ser menos el caso del DR-CAFTA.

Una política de apertura comercial no puede sustituir adecuadamente a una Ley de competencia nacional, que permita que los precios sean los fijados libremente por el mercado. Debe resaltarse que el empresariado local, por sí mismo o con la colaboración de empresas extranjeras, siempre buscará la forma de impedir que sus beneficios se reduzcan como consecuencia de la eliminación de barreras de entrada arancelarias.

Las empresas afectadas por la eliminación a las barreras de entradas, entendiendo muchas de ellas que el gobierno debiera compensarles por las pérdidas que les genera este cambio, tendrán incentivos para buscar la forma de que el gobierno les beneficie con barreras no arancelarias (subsidios, cuotas, leyes protectoras) a los fines de que ellas puedan continuar siendo competitivas en el mercado.

El empresariado nacional desarrollará conductas de búsqueda de rentas en vez de producción de rentas y en razón de las debilidades institucionales de la República Dominicana, es muy fácil para la industria doméstica obtener esta protección del gobierno.

Asimismo, bien de manera subsidiaria o complementaria a las restricciones a la importación, intentarán formar carteles en algunos casos convenciendo al competidor extranjero de que participe en el cartel, o bien haciéndolo solo las empresas locales.

En cualquiera de los dos casos, bien mediante la formación de un cartel o mediante la búsqueda de rentas, las empresas obtendrán beneficios en perjuicio de los consumidores, impidiendo que estos paguen por un determinado producto el precio más barato posible, ya que a este precio posiblemente algunas de estas empresas locales tendrían pérdidas o bien saldrían del mercado.

Esto quiere decir que aunque la República Dominicana cuente a la fecha con una considerable apertura comercial, dado los distintos acuerdos de libre comercio suscritos, la misma es una condición necesaria pero no suficiente para eliminar todas las barreras al comercio que existen ni las arraigadas tradiciones anticompetitivas.

No cabe duda de que será necesario promulgar una Ley de Defensa de la Competencia que elimine todas esas posibles prácticas restrictivas a la libre competencia, a los fines de que los efectos de los acuerdos de apertura comercial suscritos trasciendan en beneficio y a favor de los consumidores dominicanos.

Si no se aprueba esa Ley de Defensa de la Competencia, no se podría esperar que con la reciente entrada en vigor del DR-CAFTA y como por arte de magia los precios de los productos caigan en picada.

Quiero un Monopolio

Cuando jugábamos -y algunos continúan haciéndolo- el juego “Monopoly” recordaran que el objetivo era tener el mayor número de propiedades en el menor tiempo posible, muchas veces sin tener que pasar por “Go,” con el fin de ser el primero en adquirir las utilidades (agua – electricidad), el transporte (trenes) o bien las propiedades, sobre todo las de las mejores zonas o barrios para construir casas u hoteles.

Si con suerte y jugando con las mismas herramientas que los demás, es decir, en un entorno competitivo, lograbas obtener una de las utilidades, dos o más trenes (ya que las economías de escala te permitían aumentar tus ganancias en la medida en que más trenes tenías), las mejores propiedades, la suerte ya estaba contigo, obtendrías mayores beneficios y posiblemente luego de una largas horas luchando con tus competidores más férreos lograrías quedarte con el MONOPOLIO; es más, a veces hasta adquirías al banco.

Este juego sirve para ilustrar que el fin de todos y en especial de las empresas es tener un monopolio. Nadie quiere entrar al juego a competir sin luchar por conseguir ese objetivo. Todo el mundo quiere competir en el mercado de forma tal que logre en un tiempo determinado ser un monopolio, es decir, ser la única empresa capaz de ofrecer ese bien o servicio a la población y obtener las mejores ganancias posibles.

Ser un monopolista es el sueño de cualquier buen empresario. ¿Por qué? Cuando tienes un monopolio puedes fijar la cantidad del bien o producto que venderás en el mercado o puedes fijar su precio. No es posible fijar ambos a la vez. Si fijas el precio, el nivel no dependerá del precio de los competidores (no los tienes), sino de la curva de demanda con pendiente negativa, la cual reflejará la reacción del consumo de los agentes económicos.

Tener un monopolio significa que tus ganancias sólo dependerán de la precisión con la que seas capaz de fijar el precio del bien o servicio en el mercado, es decir, el precio del monopolio, al cual puedes extraer el mayor excedente del consumidor.

Ciertamente, con ello habrá consumidores que no estarán dispuestos a pagar el precio que fijas en el mercado, lo que genera pérdida de bienestar social, pero por el contrario habrá otros que no dejarán de adquirir tu bien o servicio, bien porque pueden costearlo, bien porque les es imprescindible.

No obstante, si llegas a ser un monopolio eficiente, siendo esto imposible hasta en teoría, serías capaz de impedir esa pérdida de bienestar social mediante la discriminación de precios, lo que supondría que esos consumidores que dejas fuera adquirirán tu producto, por el precio que fijes, que a su vez te permitirá tener ganancias extraordinarias.
Si poco a poco te haces dueño del mercado, generando la confianza de tus suplidores, estableciendo descuentos a tus clientes, fijando precios competitivos, haciendo publicidad de forma tal que fortaleces tu marca y en base a esa competencia logras tener un monopolio, porque tus competidores no eran tan eficientes como tú y salen del mercado, tus sueños estarán cumplidos.
El haber obtenido un monopolio en base a méritos asegura que, aunque la Constitución dominicana consagre que sólo se podrán establecer monopolios en provecho del Estado, no te sancionen, primero porque no te han otorgado el monopolio, y segundo porque nadie puede castigarte por tener una posición de dominio en el mercado ¡Lo has logrado compitiendo!
Nadie puede castigarte por ser el vencedor en una lucha competitiva. No obstante, podrían sancionarte en el caso que abusaras de tu posición de dominio en el mercado (como en el juego, irías a la cárcel por no pagar el fisco, etc) pero eso sólo sería en el supuesto que existiese Ley de Competencia, que sancionará este tipo de prácticas.

Pro Consumidor

El Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor “Pro Consumidor”, conforme expresó el Secretario de Industria y Comercio, iniciará su funcionamiento en las próximas semanas.

Este hecho constituirá, sin duda, un gran avance para la República Dominicana, siempre que dicho órgano logre ser eficiente y efectivo en las obligaciones que tendrá a su cargo.
La efectividad de Pro Consumidor, en ausencia de una Ley de Competencia, podría verse limitada. Con ello no se quiere decir, que en ausencia de una ley de competencia sea imposible proteger y defender los derechos de los consumidores, sino que la tarea será más difícil.

La actuación aislada de Pro Consumidor no promoverá que se incrementen las posibilidades de elección del consumidor, que se logre el descenso de los precios, y que mejore la calidad de los bienes y servicios. Pro Consumidor necesitará del apoyo de una “Agencia de Competencia” que procure evitar que determinadas empresas con poder de mercado reduzcan la producción, aumentando el precio del producto y como consecuencia de ello transfiriéndose mayores rentas a su favor, disminuyendo la riqueza del consumidor.

Pro Consumidor no puede solucionar el que los mercados funcionen con deficiencia y, por ende, que los consumidores se vean afectados por ello. Pro Consumidor controlará el resultado (tarifa, calidad, estándares, etc.), es decir, el fruto.

Mientras que la competencia protegerá el proceso, es decir, como va comportándose el árbol mientras va creciendo y que males le pueden afectar, para que el resultado sea el mejor posible.
Si el proceso no está protegido contra prácticas restrictivas a la competencia, el resultado posiblemente será anticompetitivo.

Se estará luchando para que el fruto sea perfecto mientras el árbol sigue afectado por un hongo que se encuentra en el suelo y dentro de la raíz.

La creación de una agencia de competencia, conjuntamente con las actuaciones de Pro Consumidor, para que los dominicanos conozcan y reclamen sus derechos como consumidores, permitirá que este órgano pueda verdaderamente cumplir los objetivos para los cuales será establecido y que no se convierta en un ente administrativo más.